Así como en cada uno de nuestros países latinoamericanos celebramos con orgullo y vigoroso sentimiento patrio nuestro sagrado día de independencia, China tiene igualmente su fiesta nacional. El primero de octubre, no es simplemente la conmemoración de una fecha importante, marca en el calendario de cada año, el inicio de unas anheladas vacaciones para millones de personas en toda China. Pero, por supuesto, dichas vacaciones no serían posibles si la ocasión no fuera tan especial. De cierto modo podría decirse que es el día de independencia de China, puesto que la proclamación de la República Popular, fue precisamente el nacimiento de una nueva nación, de un nuevo capítulo que comenzaba, después de tantos años de guerra, sufrimiento, hambre, invasiones extranjeras y derramamiento de sangre del pueblo chino.
El comunismo llegó a este país, y en la cabeza de Mao Zedong, renació una patria de las cenizas. Hoy, a 64 años de distancia, esa China empobrecida, destruida por las guerras y todavía agrícola, dependiente del campo, es en la actualidad una nación poderosa, la segunda economía mundial, y posiblemente la de más rápido desarrollo en próximos años.
Es por esto que, para los chinos, y con toda razón, es un orgullo portar la bandera y celebrar en grande este día victorioso y... qué mejor lugar para ello que aquél escenario donde la Nueva China nació como es: la Plaza de Tiananmen.
Desde que estaba en Colombia, siempre seguía con atención, desde la distancia, las celebraciones del día nacional de China. Muchas veces fui testigo de las paradas militares o los izamientos de bandera en directo a través de la televisión y me imaginaba ¡ Cuán especial podría ser esta fecha para los chinos !, que tenían la oportunidad de acercarse y vivir ese momento en persona allí en la Plaza. Es por eso que, siempre tuve el deseo de visitar Tiananmen un primero de octubre.
Pues ese sueño se ha cumplido. He llegado recientemente a China y desde mis primeros días en Beijing, ya tenía programado visitar y vivir ese ambiente de fiesta en este día nacional que, este año no ha sido menos importante.
Pues ese sueño se ha cumplido. He llegado recientemente a China y desde mis primeros días en Beijing, ya tenía programado visitar y vivir ese ambiente de fiesta en este día nacional que, este año no ha sido menos importante.
Este primero de octubre, día de fiesta nacional, amaneció pasado por agua, la lluvia empezó a caer desde tempranas horas del día y en la mañana, el presidente Xi, el primer ministro Li y los altos dirigentes del gobierno, del Partido y de la cúpula militar, estuvieron presentes, aunque cada uno de ellos portando su propio paraguas para protegerse de la incesante lluvia, durante la ceremonia especial de izamiento de la bandera. Acompañando a los líderes de la segunda nación más poderosa del planeta estaban los niños, quienes cubiertos con impermeables plásticos, desafiaron la lluvia y entonaron en coro algunas canciones patrióticas y muy simbólicas, por su puesto el himno nacional, y otras reconocidas melodías rojas de amor y respeto dedicadas a su país y al comunismo.
Terminada la ceremonia, asombrosamente el clima cambió y un sol radiante brilló sobre la capital china. El cielo se despejó y el color dorado del sol irradiaba sobre un hermoso azul celeste que, hacía varios días atrás, no se veía en Beijing. Entonces emprendí mi viaje hacia Tiananmen, acompañado de otros amigos colombianos. Como podía más mi deseo de visitar este simbólico lugar, no pasó por mi mente la enorme cantidad de personas que encontraríamos allí, y que por obvias, siendo un día de fiesta y de comienzo de vacaciones asistirían al lugar.
Terminada la ceremonia, asombrosamente el clima cambió y un sol radiante brilló sobre la capital china. El cielo se despejó y el color dorado del sol irradiaba sobre un hermoso azul celeste que, hacía varios días atrás, no se veía en Beijing. Entonces emprendí mi viaje hacia Tiananmen, acompañado de otros amigos colombianos. Como podía más mi deseo de visitar este simbólico lugar, no pasó por mi mente la enorme cantidad de personas que encontraríamos allí, y que por obvias, siendo un día de fiesta y de comienzo de vacaciones asistirían al lugar.
La dificultad para acceder a la Plaza empezó desde el metro, al llegar a una de las estaciones cercanas, pacientemente tuvimos que esperar, siguiendo la gran multitud que salía, y que avanzaban lentamente hacia la Plaza. Las autoridades policíacas no daban abasto ante tal muchedumbre, que imagino incluía locales y chinos de todas partes del país, sin contar el número de extranjeros curiosos que, como yo, estábamos allí contagiados de esa fiebre roja de fiesta en China.
Finalmente llegamos a la plaza y nos sumergimos entre el mar de gente, en medio de ese color rojo que dominaba por doquier. Personas de diferentes rincones del país, niños, jóvenes, mujeres y ancianos, portando la bandera, con la cara pintada de rojo, o bien con alguna gorra o sticker sobre su rostro con los colores de la bandera china. El patriotismo y el gran amor por esta nación era palpable a la vista. Los más pequeños, entre sus juegos, observaban curiosos a la multitud. Ante la mirada eterna de Mao, desde el balcón de Tiananmen, miles de personas en la tarde del primero de octubre, caminábamos y disfrutábamos ese momento especial alrededor de la gran plaza, y por un momento llegué a sentir ese orgullo y alegría que todos los chinos transmitían en su día nacional.
Otro elemento que atraía la mirada y la llegada de más visitantes, turistas y curiosos al histórico lugar, era la reciente puesta del florero más grande del mundo, que fue ubicado en el centro de la plaza, con una belleza y una majestuosidad que obligaba a todo aquel que pasaba por allí, a tomarse una foto, e inmortalizar ese momento. Por supuesto, no fui la excepción.
Otro retrato momumental, del Dr. Sun Yatsen, revolucionario y primer presidente de China, fue exhibido sobre la plaza, al lado izquierdo del gran Monumento a los Héroes del Pueblo, en el que horas antes, fueron colocadas por el presidente Xi, algunas flores rojas que conmemoraban aquellos mártires que dieron su vida por esta nación.
En efecto, los vendedores también aprovecharon el día, los fotógrafos obsequiaban una foto instantánea a quien quisiera llevarse el recuerdo de Tiananmen en el día nacional, por 10 yuanes. Otro vendedor, persigue a una turista extranjera ofreciendo sus banderas y gorras con el nombre de China y el color rojo, con precios de entre 20 y 30 yuanes, y lo que no podría falta, en un lugar de gran concurrencia de público era un vehículo vendiendo comidas rápidas en la parte sur de la plaza.
Luego de tomar valiosas fotos para el recuerdo, de mezclarnos entre los chinos, de ver tanta belleza, la diversidad entre la muchedumbre, y sobre todo, el rostro alegre del pueblo chino que celebraba junto un aniversario más de la fundación de su país, nos despedimos de Tiananmen en un atardecer precioso en el que el sol seguía brillando y el color del cielo parecía cambiar de azul a rojo, como si también se sumara a esta fiesta nacional china, que por primera vez tuve el gusto de celebrar.
Felicitaciones a todo el pueblo chino y a la República Popular China, por este 64° Aniversario de su fundación.
Finalmente llegamos a la plaza y nos sumergimos entre el mar de gente, en medio de ese color rojo que dominaba por doquier. Personas de diferentes rincones del país, niños, jóvenes, mujeres y ancianos, portando la bandera, con la cara pintada de rojo, o bien con alguna gorra o sticker sobre su rostro con los colores de la bandera china. El patriotismo y el gran amor por esta nación era palpable a la vista. Los más pequeños, entre sus juegos, observaban curiosos a la multitud. Ante la mirada eterna de Mao, desde el balcón de Tiananmen, miles de personas en la tarde del primero de octubre, caminábamos y disfrutábamos ese momento especial alrededor de la gran plaza, y por un momento llegué a sentir ese orgullo y alegría que todos los chinos transmitían en su día nacional.
Otro elemento que atraía la mirada y la llegada de más visitantes, turistas y curiosos al histórico lugar, era la reciente puesta del florero más grande del mundo, que fue ubicado en el centro de la plaza, con una belleza y una majestuosidad que obligaba a todo aquel que pasaba por allí, a tomarse una foto, e inmortalizar ese momento. Por supuesto, no fui la excepción.
Otro retrato momumental, del Dr. Sun Yatsen, revolucionario y primer presidente de China, fue exhibido sobre la plaza, al lado izquierdo del gran Monumento a los Héroes del Pueblo, en el que horas antes, fueron colocadas por el presidente Xi, algunas flores rojas que conmemoraban aquellos mártires que dieron su vida por esta nación.
En efecto, los vendedores también aprovecharon el día, los fotógrafos obsequiaban una foto instantánea a quien quisiera llevarse el recuerdo de Tiananmen en el día nacional, por 10 yuanes. Otro vendedor, persigue a una turista extranjera ofreciendo sus banderas y gorras con el nombre de China y el color rojo, con precios de entre 20 y 30 yuanes, y lo que no podría falta, en un lugar de gran concurrencia de público era un vehículo vendiendo comidas rápidas en la parte sur de la plaza.
Luego de tomar valiosas fotos para el recuerdo, de mezclarnos entre los chinos, de ver tanta belleza, la diversidad entre la muchedumbre, y sobre todo, el rostro alegre del pueblo chino que celebraba junto un aniversario más de la fundación de su país, nos despedimos de Tiananmen en un atardecer precioso en el que el sol seguía brillando y el color del cielo parecía cambiar de azul a rojo, como si también se sumara a esta fiesta nacional china, que por primera vez tuve el gusto de celebrar.
Felicitaciones a todo el pueblo chino y a la República Popular China, por este 64° Aniversario de su fundación.